Cuando se comienza a ir a terapia, se suele tener la expectativa de que el proceso va a ser lineal y progresivo, pero en realidad, la terapia es un proceso de sanación, de reconstrucción de uno mismo. Ningún cambio o avance es lineal, e ir al psicólogo no es una solución instantánea.
Hay momentos más difíciles que son naturales y debemos aceptarlos como parte de nuestro proceso, ya sea en terapia o en nuestra propia vida.
El peligro de los momentos malos no está en tenerlos, sino en pensar que si los tenemos, ya no somos buenos o no estamos haciendo las cosas bien.
La clave está en aprender que aunque haya recaídas, lo importante es ver que de forma global, seguimos avanzando, cambiando y evolucionando.
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